Las recientes avales del Departamento del Tesoro de EE:UU. a los mayores bancos de EE.UU. significarán una masiva transferencia de ingresos de los contribuyentes hacia los tenedores de bonos de esos bancos.
Bajo el actual programa de salvatajes del gobierno, la suma total del dinero transferido de los contribuyentes a los tenedores de bonos será probablemente por lo menos de varios cientos de miles de millones y probablemente alcance un billón de dólares., lo cual significa alrededor de U$S 3.300.- por cada hombre, mujer y niño en los EE.UU.. Los tenedores de bonos asumieron riesgos e hicieron muchísimo dinero en el reciente auge, pero ahora los contribuyentes son forzados a avalarlos y pagar sus pérdidas.
Esta transferencia billonaria de los contribuyentes a los bonistas es una injusticia económica que debe ser parada inmediatamente, y puede ser parada - si el gobierno nacionaliza en forma completa y permanente los bancos que son “muy grandes para quebrar”.
El programa TARP ( Programa para la Recuperación de Activos con Problemas) ha atravesado varias encarnaciones. Se intentó originalmente que sirviera para comprar hipotecas de alto riesgo de los bancos. Pero este plan se diluyó ya que es muy difícil en las actuales circunstancias el determinar el valor de estos activos de altos riesgo, y por lo tanto el precio que el gobierno debiera pagar por ellos. La principal política para gastar los primeros U$S 350 mil millones fue el invertir recursos públicos en la compra de acciones preferidas (que son el equivalente a un crédito) por las cuales el Estado recibe una tasa de retorno del 5% (el millonario Warren Buffet obtiene un retorno del 10% cuando compra en estos días acciones preferidas) y no obtiene derechos de voto. La gerencia de los bancos no está siendo reemplazada, y usualmente se establecen límites cosméticos en los pagos a los ejecutivos que difícilmente sean cumplidos. De tal forma, la alta dirección bancaria, que es gran medida responsable de la crisis, seguirá siendo premiada con salarios anuales de millones dólares, pagados en parte con el dinero de los contribuyentes. Las acciones pierden valor en tanto los bancos emiten nuevas acciones garantizadas por los fondos TARP.
Pero los mayores benficiarios de los avales del gobierno son los tenedores de bonos de los bancos (ver explicación adjunta “Bonos Bancarios”). Ante la eventualidad de futuras pérdidas, que se espera que sean enormes, el dinero público será utilizado directa o indirectamente para pagar a los bonistas. Esto podría llevar a que todo el dinero del programa TARP sea volcado hacia ello, a aún más. Asi es como el aval del gobierno es en última instancia un aval para los tenedores de bonos, pagado por todo el pueblo.
La justificación de la administración de Bush para este enfoque fue que si el gobierno avalaba a los bancos y a sus bonistas todo el sisteman financiero norteamericano se desmoronaría. En tal caso, nadie le prestaría dinero a nadie, y la economía colapsaría (de acuerdo a memorables palabras de George W. Bush: “esta ventosa irá hacia abajo” ) .El Secretario del Tesoro de Bush, Henry Paulson, presentó un dilema cerrado: o bien se avala a los bonistas con el dinero de los contribuyentes, o se sufriría una severa recesión o depresión.
Si la afirmación de Paulson era correcta, ello sería una clara indicación del estado de nuestro sistema financiero. Estaría implicando que si el sistema financiera capitalista se lo deja solo, es inherentemente inestable, y sólo puede evitar desatar grandes crisis si lo avala el gobierno, con un gran costo para los contribuyentes. Hay aquí dos acusaciones: que el sistema financiero capitalista es inherentemente inestable y que necesariamente los salvatajes son económicamente injustos.
Pero existe una mejor y más equitativa opción “amigable para los contribuyentes”: nacionalizar permanentemente los bancos que son “muy grandes para caer” y hacer funcionar estos bancos de acuerdo a objetivos de política pública ( viviendas accesibles, energía limpia, etc.), en lugar de hacerlo con el objetivo de maximización de ganancias privadas. La nacionalización de los bancos, si se hace bien, sería una instancia claramenete superior a las actuales políticas de avales, ya que no implicaría transferencias masivas de recursos de los contribuyentes hacia los bonistas.
Además de proveer una respuesta más equitativa a la actual crisis bancario, la nacionalización de los mayores bancos ayudará a asegurar que una crisis como ésta no vuelva a ocurrir, y no tendremos nunca más que avalar bancos y a sus bonistas para “salvar la economía”. Una vez que los bancos se han vuelto “muy grandes para caer” y todos suponen que el gobierno siempre avalará a estas grandes instituciones para evitar un colapso sistémico, se infiere que estos bancos debieran ser nacionalizados. De no ser así, la promesa implícita de aval les brinda a los megabancos una licencia para asumir grandes riesgos y hacer mucho dinero en los buenos tiempos, y pasar a dejar a que los contribuyentes paguen por sus deudas en los tiempos malos. Los economistas llaman a este dilema el problema del “riesgo moral”. En este caso podríamos llamarlo sino como el problema de la “injusticia moral”.
La mejor manera de evitar este robo legal a la población es nacionalizar los bancos. Si los contribuyentes van a pagar las pérdidas de los bancos, estos debieran también ser receptores de sus ganancias. La principal justificación de la ganancia privada es que incentiva a los capitalistas a invertir, y a invertir criteriosamente porque éstos sufrirían pérdidas si sus inversiones fallan. Pero si las pérdidas no caen en los capitalistas, sino en el pueblo, entonces la justificación de la ganancia privada desaparece.
Ya liberados de la necesidad de maximizar las ganancias en el corto plazo, los bancos nacionalizados podrían contribuir en el futuro a una economía más estable. Ellos tomarían menos riesgos en la etapa de expansión, de forma de evitar “burbujas” inducidas por deudas que inevitablemente explotan y causan tan grandes sacrificios. Por ejemplo, habría menos burbujas inmobiliarias; en su lugar, los depósitos en estos megabancos serían invertidos en viviendas decentes accesibles para todos. Con una mayor accesibilidad a la vivienda, las hipotecas serían más asumibles y menos riesgosas.
Los nuevos bancos nacionalizados podrían también aumentar sus préstamos a emprendimientos y hogares necesitados de créditos, y por lo tanto ayudar a estabilizar la economía y disminuir la severidad de la actual recesión. Como van las cosas, los bancos no desean aumentar los préstamos, en tanto la credibilidad crediticia de todo acreedor es difícil de determinar, en particular de otros bancos que pueden llegar a tener “activos tóxicos”. Ellos han tenido enormes pérdidas en el último año, y temen que otras muchas más están por venir. Los bancos prefieren guardar en su capital como un “colchón” ante la expectativa de futuras pérdidas.
Lo que está haciendo el gobierno en este momento es dar a los banco más dinero de una u otra forma, y les ruega por favor que den préstamos a las empresas y los hogares. La nacionalización es claramente una solución mucho mejor. En lugar de darle el dinero y suplicarles que den nuevos créditos , el gobierno debiera nacionalizar los bancos con problemas y prestar directamente a empresas y hogares a los que pueda ser necesario y conveniente brindar préstamos para la producción, la inversión y el consumo..
Cómo funcionaría la nacionalización de los bancos? Yo sugiero los siguientes principios y líneas generales
El gobierno federal se convertiría en propietario de cualquier banco “significativo para el sistema” que pida al gobierno un rescate o que entre en proceso de quiebra. El valor de las acciones remanentes debe desaparecer, tal como ocurriría en una bancarrota normal.
El gobierno debe operar por si mismo los bancos. La alta gerencia debería ser reemplazada por funcionarios bancarios, y los directivos no recibirían ningún tipo de “paracaídas de oro” como indemnización.
Lo más importante, los bonos de largo plazo de los bancos deberían ser convertidos en acciones comunes de los bancos. Ello reconstruiría la solvencia del sistema financiero, de forma que pueda operar nuevamente . Las acciones privadas comunes estarían subordinadas a las acciones preferidas estatales en la estructura del capital, lo cual significaría que cualquier pérdida adicional debiera ser asumida en primer lugar por las acciones privadas antes que las del gobierno. Se lo podría ofrecer también más adelante a los tenedores de bonos la opción de convertir éstos a acciones con una significativa quita o descuento a ser determinado por los jueces comerciales de quiebras.
Estos canjes de “bonos-por-acciones” (usualmente llamados en inglés “debt-to-equity swaps”) o quitas, si los bonistas así lo prefieren, son un aspecto crucial para una nacionalización equitativa de los bancos. Los tenedores de bonos prestaron su dinero y firmaron contratos que estipularon que si los bancos quebraban ellos podrían sufrir pérdidas. Ahora los bancos están quebrados y los bonistas deben asumir las pérdidas.
El proceso acelerado de quiebra y nacionalización debiera ser aplicado en el futuro a cualquier banco en peligro de bancarrota que sea considerado “significativo para el sistema”. Ello debe incluir las próximas crisis del Citigroup y el Bank of America. Debiera permitirse que otros bancos que no fueran considerados “significativos para el sistema” quiebren. No debiera haber más avales para los bonistas a expensas de los contribuyentes. Además , los bancos que recibieron parte del primer paquete de apoyo de USD 350.000 millones debieran estar sujetos a condiciones más estrictas por parte del Congreso de EE.UU. en relación al segundo paquete de USD 350.000.millones ya aprobado, exigiendo que aumenten sus préstamos para la producción y los consumidores, el dar cuentas detalladas de cómo han gastado el capital público recibido y el cumplir estrictos límites en el pago a sus ejecutivos. El gobierno debería retirar el capital de cualquier banco que no cumpliera estos estándares.
Aquí hay también otra opción totalmente aceptable: el gobierno podría crear bancos complementamente nuevos que podrían comprar “buenos” activos de los bancos y así aumentar la capacidad de préstamo a quienes debieran contar con crédito. Este tipo de banco gubernamental son habitualmente denominados como “bancos buenos” , en contraste con las propuestas de “bancos malos” que ha comenzado a mencionarse recientemente, por las cuales el gobierno crearía un banco para comprar activos malos (“tóxicos”) de los bancos. El término “banco bueno”es sin duda más aceptable políticamente que el de “banco nacionalizado”, pero el sentido es el mismo. La única diferencia entre la propuesta del “banco bueno” y la de nacionalización que he presentado aquí es que la mía comenzaría convirtiendo los bancos actuales en bancos públicos.
En las últimas semanas se han conocido muchas opiniones y hasta aceptación de la idea de “nacionalizar” los bancos. El diario “Washington Post” abrió una sección especial de los economistas de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini y Matthew Richardson titulada “Nacionalicemos los Bancos! Ahora Todos Somos Suecos” (Nationalize the Banks! We are all Swedes Now!)
Hasta el anterior Presidente de la Reserva Federal Allan Greenspan , que muchos señalan como uno de los principales arquitectos de la actual crisis, declaró recientemente al diario “Financial Times” que la nacionalización (temporaria) podría ser “la opción menos mala”. Agregó: “entiendo que es lo que se hace una vez cada cien años”.
De todas formas, hay diferencias esenciales entre tales seudo-nacionalizaciones y las nacionalizaciones genuinas y completas planteadas
• Se pretende que las seudo-nacionalizaciones sean temporarias. En tal sentido, están siguiendo el modelo de Suecia, que nacionalizó temporariamente alguno de los bancos más grandes a principios de los años 90, y que desde entonces los ha vuelto a privatizar casi en forma completa. Una real nacionalización debe ser permanente; si acaso los bancos son “muy grandes para caer” , entonces los bancos deben ser públicos , de forma de evitar la repetición nuevas crisis y avales injustos.
• En una seudo-nacionalización los gobiernos tienen poco o ningún poder de decisión en las operaciones de los bancos.. En una nacionalización real, el gobierno debe tener el completo control de los bancos, y debe conducirlas de acuerdo a una política pública decidida democráticamente.
• En una seudo-nacionalización los bonistas no pierden nada y las obligaciones de los bancos se pagan en forma completa, en gran medida con el dinero de los contribuyentes. En una nacionalización real los tenedores de bonos sufrirían sus propias pérdidas, de la misma forma que recogieron ganancias para ellos en los buenos tiempos. El dinero de los contribuyentes no debe ser para cubrir sus pérdidas.
A mediados de febrero el Secretario del Tesoro de EE.UU. , Timothy Geither anunció propuestas del nuevo gobierno del Presidente Barack Obama para respaldar a los bancos - se le dio el nuevo nombre de “Plan de Estabilidad Financiera” - Este plan es similar al que se comenzó a aplicar en la última parte del gobierno de George Bush (h,) el Secretario del Tesoro, Henry Paulson, el denominado TARP (Programa de Ayuda a Activos con Problemas), que incluyó dos s alternativas: la compra estatal de hipotecas de alto riesgo y la inversión de capital público en los bancos. La nueva propuesta del gobierno demócrata supone que los fondos públicos serían invertidos en conjunto con el capital privado. Pero de forma de atraer el capital privado el gobierno debería proveer suficientes garantías, siendo entonces que la mayor parte de los riesgos quedarían también para los contribuyentes. Por lo tanto el Plan de Estabilidad Financiera de Geither tiene la misma falencia que el TARP de Paulson: avala a los bancos y los tenedores de bonos a expensas de todo el pueblo.
El pueblo debiera exigir que el gobierno de Obama cancele los planes de aumentar el respaldo a los bancos y que se consideren otras opciones, incluyendo la genuina nacionalizacíón permanente. La nacionalización permanente con canje de bonos por acciones es la solución más equitativa para la actual crisis bancaria , y debiera proveer base para un futuro sistema financiero estable y orientado por las necesidades generales.
Bajo el actual programa de salvatajes del gobierno, la suma total del dinero transferido de los contribuyentes a los tenedores de bonos será probablemente por lo menos de varios cientos de miles de millones y probablemente alcance un billón de dólares., lo cual significa alrededor de U$S 3.300.- por cada hombre, mujer y niño en los EE.UU.. Los tenedores de bonos asumieron riesgos e hicieron muchísimo dinero en el reciente auge, pero ahora los contribuyentes son forzados a avalarlos y pagar sus pérdidas.
Esta transferencia billonaria de los contribuyentes a los bonistas es una injusticia económica que debe ser parada inmediatamente, y puede ser parada - si el gobierno nacionaliza en forma completa y permanente los bancos que son “muy grandes para quebrar”.
El programa TARP ( Programa para la Recuperación de Activos con Problemas) ha atravesado varias encarnaciones. Se intentó originalmente que sirviera para comprar hipotecas de alto riesgo de los bancos. Pero este plan se diluyó ya que es muy difícil en las actuales circunstancias el determinar el valor de estos activos de altos riesgo, y por lo tanto el precio que el gobierno debiera pagar por ellos. La principal política para gastar los primeros U$S 350 mil millones fue el invertir recursos públicos en la compra de acciones preferidas (que son el equivalente a un crédito) por las cuales el Estado recibe una tasa de retorno del 5% (el millonario Warren Buffet obtiene un retorno del 10% cuando compra en estos días acciones preferidas) y no obtiene derechos de voto. La gerencia de los bancos no está siendo reemplazada, y usualmente se establecen límites cosméticos en los pagos a los ejecutivos que difícilmente sean cumplidos. De tal forma, la alta dirección bancaria, que es gran medida responsable de la crisis, seguirá siendo premiada con salarios anuales de millones dólares, pagados en parte con el dinero de los contribuyentes. Las acciones pierden valor en tanto los bancos emiten nuevas acciones garantizadas por los fondos TARP.
Pero los mayores benficiarios de los avales del gobierno son los tenedores de bonos de los bancos (ver explicación adjunta “Bonos Bancarios”). Ante la eventualidad de futuras pérdidas, que se espera que sean enormes, el dinero público será utilizado directa o indirectamente para pagar a los bonistas. Esto podría llevar a que todo el dinero del programa TARP sea volcado hacia ello, a aún más. Asi es como el aval del gobierno es en última instancia un aval para los tenedores de bonos, pagado por todo el pueblo.
La justificación de la administración de Bush para este enfoque fue que si el gobierno avalaba a los bancos y a sus bonistas todo el sisteman financiero norteamericano se desmoronaría. En tal caso, nadie le prestaría dinero a nadie, y la economía colapsaría (de acuerdo a memorables palabras de George W. Bush: “esta ventosa irá hacia abajo” ) .El Secretario del Tesoro de Bush, Henry Paulson, presentó un dilema cerrado: o bien se avala a los bonistas con el dinero de los contribuyentes, o se sufriría una severa recesión o depresión.
Si la afirmación de Paulson era correcta, ello sería una clara indicación del estado de nuestro sistema financiero. Estaría implicando que si el sistema financiera capitalista se lo deja solo, es inherentemente inestable, y sólo puede evitar desatar grandes crisis si lo avala el gobierno, con un gran costo para los contribuyentes. Hay aquí dos acusaciones: que el sistema financiero capitalista es inherentemente inestable y que necesariamente los salvatajes son económicamente injustos.
Pero existe una mejor y más equitativa opción “amigable para los contribuyentes”: nacionalizar permanentemente los bancos que son “muy grandes para caer” y hacer funcionar estos bancos de acuerdo a objetivos de política pública ( viviendas accesibles, energía limpia, etc.), en lugar de hacerlo con el objetivo de maximización de ganancias privadas. La nacionalización de los bancos, si se hace bien, sería una instancia claramenete superior a las actuales políticas de avales, ya que no implicaría transferencias masivas de recursos de los contribuyentes hacia los bonistas.
Además de proveer una respuesta más equitativa a la actual crisis bancario, la nacionalización de los mayores bancos ayudará a asegurar que una crisis como ésta no vuelva a ocurrir, y no tendremos nunca más que avalar bancos y a sus bonistas para “salvar la economía”. Una vez que los bancos se han vuelto “muy grandes para caer” y todos suponen que el gobierno siempre avalará a estas grandes instituciones para evitar un colapso sistémico, se infiere que estos bancos debieran ser nacionalizados. De no ser así, la promesa implícita de aval les brinda a los megabancos una licencia para asumir grandes riesgos y hacer mucho dinero en los buenos tiempos, y pasar a dejar a que los contribuyentes paguen por sus deudas en los tiempos malos. Los economistas llaman a este dilema el problema del “riesgo moral”. En este caso podríamos llamarlo sino como el problema de la “injusticia moral”.
La mejor manera de evitar este robo legal a la población es nacionalizar los bancos. Si los contribuyentes van a pagar las pérdidas de los bancos, estos debieran también ser receptores de sus ganancias. La principal justificación de la ganancia privada es que incentiva a los capitalistas a invertir, y a invertir criteriosamente porque éstos sufrirían pérdidas si sus inversiones fallan. Pero si las pérdidas no caen en los capitalistas, sino en el pueblo, entonces la justificación de la ganancia privada desaparece.
Ya liberados de la necesidad de maximizar las ganancias en el corto plazo, los bancos nacionalizados podrían contribuir en el futuro a una economía más estable. Ellos tomarían menos riesgos en la etapa de expansión, de forma de evitar “burbujas” inducidas por deudas que inevitablemente explotan y causan tan grandes sacrificios. Por ejemplo, habría menos burbujas inmobiliarias; en su lugar, los depósitos en estos megabancos serían invertidos en viviendas decentes accesibles para todos. Con una mayor accesibilidad a la vivienda, las hipotecas serían más asumibles y menos riesgosas.
Los nuevos bancos nacionalizados podrían también aumentar sus préstamos a emprendimientos y hogares necesitados de créditos, y por lo tanto ayudar a estabilizar la economía y disminuir la severidad de la actual recesión. Como van las cosas, los bancos no desean aumentar los préstamos, en tanto la credibilidad crediticia de todo acreedor es difícil de determinar, en particular de otros bancos que pueden llegar a tener “activos tóxicos”. Ellos han tenido enormes pérdidas en el último año, y temen que otras muchas más están por venir. Los bancos prefieren guardar en su capital como un “colchón” ante la expectativa de futuras pérdidas.
Lo que está haciendo el gobierno en este momento es dar a los banco más dinero de una u otra forma, y les ruega por favor que den préstamos a las empresas y los hogares. La nacionalización es claramente una solución mucho mejor. En lugar de darle el dinero y suplicarles que den nuevos créditos , el gobierno debiera nacionalizar los bancos con problemas y prestar directamente a empresas y hogares a los que pueda ser necesario y conveniente brindar préstamos para la producción, la inversión y el consumo..
Cómo funcionaría la nacionalización de los bancos? Yo sugiero los siguientes principios y líneas generales
El gobierno federal se convertiría en propietario de cualquier banco “significativo para el sistema” que pida al gobierno un rescate o que entre en proceso de quiebra. El valor de las acciones remanentes debe desaparecer, tal como ocurriría en una bancarrota normal.
El gobierno debe operar por si mismo los bancos. La alta gerencia debería ser reemplazada por funcionarios bancarios, y los directivos no recibirían ningún tipo de “paracaídas de oro” como indemnización.
Lo más importante, los bonos de largo plazo de los bancos deberían ser convertidos en acciones comunes de los bancos. Ello reconstruiría la solvencia del sistema financiero, de forma que pueda operar nuevamente . Las acciones privadas comunes estarían subordinadas a las acciones preferidas estatales en la estructura del capital, lo cual significaría que cualquier pérdida adicional debiera ser asumida en primer lugar por las acciones privadas antes que las del gobierno. Se lo podría ofrecer también más adelante a los tenedores de bonos la opción de convertir éstos a acciones con una significativa quita o descuento a ser determinado por los jueces comerciales de quiebras.
Estos canjes de “bonos-por-acciones” (usualmente llamados en inglés “debt-to-equity swaps”) o quitas, si los bonistas así lo prefieren, son un aspecto crucial para una nacionalización equitativa de los bancos. Los tenedores de bonos prestaron su dinero y firmaron contratos que estipularon que si los bancos quebraban ellos podrían sufrir pérdidas. Ahora los bancos están quebrados y los bonistas deben asumir las pérdidas.
El proceso acelerado de quiebra y nacionalización debiera ser aplicado en el futuro a cualquier banco en peligro de bancarrota que sea considerado “significativo para el sistema”. Ello debe incluir las próximas crisis del Citigroup y el Bank of America. Debiera permitirse que otros bancos que no fueran considerados “significativos para el sistema” quiebren. No debiera haber más avales para los bonistas a expensas de los contribuyentes. Además , los bancos que recibieron parte del primer paquete de apoyo de USD 350.000 millones debieran estar sujetos a condiciones más estrictas por parte del Congreso de EE.UU. en relación al segundo paquete de USD 350.000.millones ya aprobado, exigiendo que aumenten sus préstamos para la producción y los consumidores, el dar cuentas detalladas de cómo han gastado el capital público recibido y el cumplir estrictos límites en el pago a sus ejecutivos. El gobierno debería retirar el capital de cualquier banco que no cumpliera estos estándares.
Aquí hay también otra opción totalmente aceptable: el gobierno podría crear bancos complementamente nuevos que podrían comprar “buenos” activos de los bancos y así aumentar la capacidad de préstamo a quienes debieran contar con crédito. Este tipo de banco gubernamental son habitualmente denominados como “bancos buenos” , en contraste con las propuestas de “bancos malos” que ha comenzado a mencionarse recientemente, por las cuales el gobierno crearía un banco para comprar activos malos (“tóxicos”) de los bancos. El término “banco bueno”es sin duda más aceptable políticamente que el de “banco nacionalizado”, pero el sentido es el mismo. La única diferencia entre la propuesta del “banco bueno” y la de nacionalización que he presentado aquí es que la mía comenzaría convirtiendo los bancos actuales en bancos públicos.
En las últimas semanas se han conocido muchas opiniones y hasta aceptación de la idea de “nacionalizar” los bancos. El diario “Washington Post” abrió una sección especial de los economistas de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini y Matthew Richardson titulada “Nacionalicemos los Bancos! Ahora Todos Somos Suecos” (Nationalize the Banks! We are all Swedes Now!)
Hasta el anterior Presidente de la Reserva Federal Allan Greenspan , que muchos señalan como uno de los principales arquitectos de la actual crisis, declaró recientemente al diario “Financial Times” que la nacionalización (temporaria) podría ser “la opción menos mala”. Agregó: “entiendo que es lo que se hace una vez cada cien años”.
De todas formas, hay diferencias esenciales entre tales seudo-nacionalizaciones y las nacionalizaciones genuinas y completas planteadas
• Se pretende que las seudo-nacionalizaciones sean temporarias. En tal sentido, están siguiendo el modelo de Suecia, que nacionalizó temporariamente alguno de los bancos más grandes a principios de los años 90, y que desde entonces los ha vuelto a privatizar casi en forma completa. Una real nacionalización debe ser permanente; si acaso los bancos son “muy grandes para caer” , entonces los bancos deben ser públicos , de forma de evitar la repetición nuevas crisis y avales injustos.
• En una seudo-nacionalización los gobiernos tienen poco o ningún poder de decisión en las operaciones de los bancos.. En una nacionalización real, el gobierno debe tener el completo control de los bancos, y debe conducirlas de acuerdo a una política pública decidida democráticamente.
• En una seudo-nacionalización los bonistas no pierden nada y las obligaciones de los bancos se pagan en forma completa, en gran medida con el dinero de los contribuyentes. En una nacionalización real los tenedores de bonos sufrirían sus propias pérdidas, de la misma forma que recogieron ganancias para ellos en los buenos tiempos. El dinero de los contribuyentes no debe ser para cubrir sus pérdidas.
A mediados de febrero el Secretario del Tesoro de EE.UU. , Timothy Geither anunció propuestas del nuevo gobierno del Presidente Barack Obama para respaldar a los bancos - se le dio el nuevo nombre de “Plan de Estabilidad Financiera” - Este plan es similar al que se comenzó a aplicar en la última parte del gobierno de George Bush (h,) el Secretario del Tesoro, Henry Paulson, el denominado TARP (Programa de Ayuda a Activos con Problemas), que incluyó dos s alternativas: la compra estatal de hipotecas de alto riesgo y la inversión de capital público en los bancos. La nueva propuesta del gobierno demócrata supone que los fondos públicos serían invertidos en conjunto con el capital privado. Pero de forma de atraer el capital privado el gobierno debería proveer suficientes garantías, siendo entonces que la mayor parte de los riesgos quedarían también para los contribuyentes. Por lo tanto el Plan de Estabilidad Financiera de Geither tiene la misma falencia que el TARP de Paulson: avala a los bancos y los tenedores de bonos a expensas de todo el pueblo.
El pueblo debiera exigir que el gobierno de Obama cancele los planes de aumentar el respaldo a los bancos y que se consideren otras opciones, incluyendo la genuina nacionalizacíón permanente. La nacionalización permanente con canje de bonos por acciones es la solución más equitativa para la actual crisis bancaria , y debiera proveer base para un futuro sistema financiero estable y orientado por las necesidades generales.
FUENTES:
Dean Baker, Time for Bank Rationalization, cepr.net;
Willem Buiter, Good Bank/New Bank vs. Bad Bank: a Rare Example of a No-Brainer, blogs.ft.com/maverecon;
Krishna Guha and Edward Luce, Greenspan Backs Bank Nationalization, Financial Times, February 18, 2008;
Joe Nocera, A Stress Test for the Latest Bailout Plan, New York Times, February 13, 2009;
James Petras, No Bailout for Wall Street Billionaires, countercurrents.org;
Matthew Richardson and Nouriel Roubini, Nationalize the Banks! We’re All Swedes Now,Washington Post, February 15, 2009;
Joseph Stiglitz, Is the Entire Bailout Strategy Flawed? Let’s Rethink This Before It’s Too Late, alternet.org.
Bonos Bancarios
Los Bonos Bancarios son préstamos de los tenedores de los mismos hacia los bancos, y se diferencian de las acciones comunes , en cuanto a que éstas con capitales invertidos en los bancos por sus propietarios. Los Bonos Bancarios son un un fenómeno financiero relativamente nuevo en la economía de EE.UU. y en el mundo. Hasta la década del 80, casi todos los préstamos de los bancos eran financiados a través del dinero depositado por ahorristas en ellos. De todas formas, a partir de los años 80, en el marco de una mayor desregulación y liberalización financiera, los bancos comenzaron a tomar prestado más y más dinero a través de la venta de bonos a inversores; pasando a ser ésta la principal fuente de financiamiento de sus créditos. Esta estrategia de los bancos de endeudamiento les permitió tener mayor capacidad de inversión y lograr mayores ganancias. De todas formas, esta alternativa llevó a que el sistema financiero pasara a ser más inestable y vulnerable a un colapso en tanto los bancos mutiplicaron su endeudamiento. Así es como cuando los grandes bancos fueron incapaces de pagar sus compromisos, el sistema financiero entró en crisis.
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