El objetivo de este libro es el de demostrar como las políticas llevadas a cabo por el Banco Mundial, desde su surgimiento en 1944 hasta la actualidad, han contribuido a fortalecer el dominio de los países desarrollados sobre los países en vías de desarrollo (PED); en especial, como señala el autor, a “garantizar el mantenimiento del liderazgo de Estados Unidos a escala mundial”. Para observar como el Banco Mundial lleva a cabo este propósito el autor señala principalmente tres cosas: 1) que el Banco Mundial no fomentó ni fomenta en la actualidad el desarrollo de los PED, 2) que el Banco Mundial ha apoyado a gobiernos que surgieron de golpes de estado, 3) y que el Banco Mundial frecuentemente viola los derechos humanos como lo fue en los casos de conceder préstamos a potencias coloniales y el de apoyo al Apartheid en Sudáfrica. Así, este libro se separa del conocimiento tradicional y propagandístico de que el fin principal del Banco Mundial es el desarrollo y la lucha contra la pobreza y de que su toma de decisiones se hace con base a consideraciones estrictamente económicas y no políticas.
El Banco Mundial surgió en 1944 de la conferencia de Bretton Woods con la idea de evitar otra crisis como la de 1929 donde se destruyó el mercado de capital privado internacional; sus funciones declaradas se enmarcaron en la reconstrucción de los países afectados por la guerra y el desarrollo de los PED; pero, sus funciones reales fueron imponer el liderazgo económico y financiero de Estados Unidos. Al Banco Mundial no le importó el desarrollo de los PED; del período que va de 1946 a 1948 financió principalmente a los países desarrollados que habían sido devastados por la Segunda Guerra Mundial siendo Francia el país que recibió el primer préstamo; después, pasó a ocupar un papel marginal como proveedor de recursos debido a que ese lugar fue ocupado por Estados Unidos con el Plan Marshall . Cómo señala el autor, en esa época: “...Para el Banco, se cerraba la parte de «reconstrucción» de su título, subsistiendo sólo la parte de «desarrollo»....” (p. 21).
No obstante, el interés del Banco por los países en vías de desarrollado estuvo enmarcado en dos cosas: i) contrarrestar la creciente influencia socialista en el mundo, sobre todo después de la revolución China de 1949 y de los triunfos de los movimientos de liberación nacional en África y Asia, ii) con los préstamos que le daba a los PED favorecer a los países desarrollados y a las empresas de éstos. Es por tal motivo que durante ese período los préstamos eran para mejorar la infraestructura de los países en vías de desarrollo y su capacidad exportadora (sobre todo agrícola) y no para mejorar su aparato productivo ni para impulsar sectores como salud y educación.
Así, con las políticas del Banco se fortalecía el liderazgo de los países desarrollados y principalmente el de Estados Unidos. Muestra de lo anterior es la política de desarrollo del Banco Mundial sobre todo a partir de la década de los sesenta del siglo XX. Esta consistió en el endeudamiento externo, el autor señala como la idea que “... la insuficiencia del ahorro es un factor fundamental que explica el bloqueo del desarrollo...” (p. 86) ejerció gran influencia sobre el Banco. Si los capitales nacionales no eran suficientes para incrementar la inversión entonces se podía recurrir al endeudamiento externo y a la inversión extranjera. Las condiciones favorables que los PED disfrutaban en ese momento como el alto precio del petróleo y de algunas otras materias primas hicieron a éstos incrementar sus deudas, en algunos países como México sólo los préstamos concedidos por el Banco se multiplicaron por cuatro de período que va de 1973 a 1981 (p. 129). Entre Gobiernos de países desarrollados, bancos privados e instituciones financieras como el Banco y el Fondo Monetario Internacional (FMI) hubo competencia para conceder préstamos. Pero debido al alza de las tasa de interés por parte de Estados Unidos en 1979 y de la caídas de los precio de las materias primas, los países en vías en desarrollo ya no pudieron pagar el servicio de la deuda (amortizaciones más intereses). Los bancos privados suspendieron casi todos los préstamos y las instituciones financieras internacionales como el Banco y el FMI se dedicaron a vigilar los intereses de los bancos privados en su mayoría estadounidenses aplicando medidas que resultaron ser antisociales como lo fueron los programas de ajuste estructural (PAE) que se aplicaron en la mayoría de los países de Asia, África y América Latina y que llevó a los PED a experimentar estancamiento, desempleo y el aumento de la pobreza.
En este proceso de endeudamiento el autor señala que se olvidan dos cosas: 1) que los préstamos frecuentemente se utilizan para comprar bienes de capital y de consumo del exterior, 2) que los préstamos son un medio de influencia sobre los países que se endeudan. Así por ejemplo la privatización de empresas estatales y el proceso en que la deuda privada se convirtió en pública, que ocurrió en la mayoría de los PED después de la década de los 80, no se podría haber llevado a cabo si éstos no hubieran estado endeudados y necesitaran de nuevos préstamos.
En las últimas dos décadas, el Banco estuvo bajo la dirección de Barber Conable (1986-1991), Lewis Preston (1991-1995) y James Wolfensohn (1995-2005). Durante ese período - ante el fracaso de los programas de ajuste estructural para mejorar la vida de la población de los PED y de los movimientos de protesta de las poblaciones afectadas - el Banco abordó temas como la pobreza , el medio ambiente, la «buena governanza», los derechos de las mujeres y la deuda externa . Sin embargo, el autor señala que estos temas no le interesaban y el Banco Mundial continuó implementando programas de ajuste en estructural en países como en Sri Lanka, Ecuador, Haití, Ghana, Malí, Níger, la República Democrática del Congo y en el Chad.
En algunas ocasiones, el Banco para cumplir con su fin, de mantener el liderazgo de Estados Unidos, ha hecho uso del problema del endeudamiento para imponer en los diferentes países la aplicación de medidas antisociales como lo han sido los programas de ajuste estructural. En otras ocasiones, para lograr su cometido, ha usado la violencia pura apoyando a gobiernos surgidos de golpes de estado. Olvidándose de que su política de préstamos se debe de hacer con criterios económicos y no políticos, el Banco apoyó a aliados de Estados Unidos como Indonesia (dictadura de Suharto, 1965-1998), Filipinas (dictadura de Marcos, 1972-1986), la Nicaragua de Somoza y a Brasil (1964-1985) donde los gobiernos eran dictaduras y negaba la ayuda a países donde sus gobiernos era democráticos como le fue el Chile de Salvador Allende.
También en el libro se señala que “La cuestión de los «derechos humanos» nunca formó parte de las prioridades del Banco Mundial...” (p. 183). Derechos como estar bien alimentado, tener educación, vestido, empleo, vivienda, o el derecho de los pueblos a la libre determinación no importan si los países desarrollados salen beneficiados. Muestra de lo anterior son el apoyo del Banco al régimen del Apartheid en Sudáfrica de 1951 a 1968, los préstamos a potencias coloniales para explotar todavía más a la población que estaba sojuzgada, o la aplicación de los programas de ajuste estructural. Sobre este último punto, el autor citando un informe que se presentó a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU señala (p. 183 y 184):
«Durante cerca de 20 años, las instituciones financieras internacionales y los gobiernos de los países acreedores han jugado a un juego ambiguo y destructivo consistente en telecomandar las economías del Tercer Mundo y a imponer a unos países impotentes políticas económicas impopulares, pretendiendo que la píldora amarga del ajuste macroeconómico les permitiría encontrar el camino de la prosperidad y el desendeudamiento. Después de dos décadas, en numerosos países, la situación es peor que cuando comenzaron a aplicar los programas de ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial. Estos programas de austeridad rigurosa han tenido un coste social y ecológico considerable y en muchos casos el índice de desarrollo humano ha caído drásticamente».
La conclusión del autor es que la agenda del Banco Mundial ha consistido en ayudar a imponer el liderazgo de Estados Unidos en el mundo, es por lo cual que no fomenta el desarrollo y frecuentemente viola los derechos humanos. Pero, el autor también señala que, el Banco tiene derechos y obligaciones y por lo tanto debe de respectar los derechos humanos, por eso, y debido a todos los daños que ha causado a la mayoría de la población de los PED puede ser demandado y ser llevado a los tribunales.
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